viernes, 22 de abril de 2016

Reparación compás mamparo

Este barco tiene un problema (como todos, no es nada particular...) de humedades. Siempre que llueve, o baldeamos la cubierta, o embarcamos algo de agua por una ola simpática, termina colándose dentro de la cabina, con el problema añadido de mohos, daños en la madera, o en los equipos del interior.
Para intentar sanear esto, hay que empezar por localizar las entradas de agua. Y las cosas que atraviesan paredes de lado a lado suelen ser firmes candidatas.
El compás de mamparo, que nos da el rumbo de aguja cómodamente situado en la pared de la bañera, e instalado sobre una madera rajada va a ser el primero que pruebe el afán "estanqueizador". La madera del interior está bastante dañada, y el contrachapado se deshace con sólo tocarlo.
Desmontar el compás...
Hala, todo fuera.
Para dejar un agujero más grande...
Por dentro, pelar la madera hasta dejar la fibra al aire.
Ésta no se pudo recuperar, quedó hecha migas:
Y por fuera, también, todo pelado. El agujero del mamparo es más grande que el propio compás; tenemos varias hipótesis, pero ninguna manera de comprobarlas, salvo que vayamos entrevistando a los antiguos dueños del Puma. ¿Alguien instaló un compás más grande que luego fue sustituido por éste? ¿Alguien se equivocó tomando las medidas e hizo un agujero más grande?...
En fin, que toca sustituir el marco también. Con una tabla de cortar y una sierra caladora, copiando el agujero del compás:
Es de verdad una tabla de cortar queso; aquí se recicla todo...
Unos cuantos ajustes y una buena capa de sellador después, tenemos el compás instalado sobre un marquito blanco y saneado. ¡Y ya no gotea dentro! ¡Conseguido!

domingo, 17 de abril de 2016

Transporte Cullera-Valencia, 3 de Abril

Desde que salimos rumbo a Denia para participar en La Ruta de la Sal, no habíamos vuelto al puerto de Valencia, y eso hace ya dos semanas... los vecinos nos iban a echar de menos.
Así que el domingo, después de disputar la X Regata de La Aurora, nos embarcamos en el Entre dos azules a mediodía, y ponemos rumbo a Valencia.
Aprovechamos a hacer el viaje junto a otro barco del Club Náutico de Cullera, el Haddock, que va a Valencia a disputar el campeonato autonómico del siguiente fin de semana.
Cruzamos a motor toda la bahía de Cullera hasta el Faro, el viento no da para mucho, y encima, tendríamos que ceñir... cuando uno va de paseo, va de paseo.
Una vez dejamos el faro atrás, el viento comienza a subir, y a establecerse de mar; cazamos velas, y apagamos el runrún de bajo cubierta... ¡qué tranquilidad!
El silencio del mar, el susurro de las olas y el viento empujando suavemente el barco hacia su destino, ¿se puede pedir más?
El sol calienta poco a poco la mañana primaveral, presagiando cálidos días de navegación este verano... disfrutando del suave mecer de las olas bajo el casco del Entre dos azules, y ajustando el trapo para domar el viento, nos deslizamos por la costa Levantina en silencio y con total calma...
El viento va subiendo para llevar el Puma a una nada despreciable velocidad de seis nudos, que para ir de paseo no está nada mal, cuando vemos por la costa una silueta conocida...
El Haddock ha subido también todo el trapo, y se desliza por el azul rápidamente, ¿es eso un desafío? ¡Por las barbas del calamar, que no nos ganaréis!
¡A las jarcias! ¡Cazad las escotas! ¡Templad el aparejo! ¡Hay que sacarle al trapo todo su genio! El casco limpio, las velas prestas, el viento acompaña para batir en singular duelo a cualquier oponente...
Cualquier oponente que no sea un barco más pequeño, más moderno y más rápido que el Puma 34, lo cual no deja mucho margen... Y el Haddock es un Beneteau First Class 8, considerado por muchos un "vela ligera" de 7,8 metros. Vamos, que vuela. Pero le mantuvimos el tipo ahí...
¿Parezco un lobo de mar? ¿eh? ¿eh? (y que nadie me politicamentecorrija el término, por favor...)
La tripulación también disfrutaba de la travesía, el día salió redondo.
Y ya estamos de vuelta, casi trescientas millas más viejos, y con la pegatina de la Sal de recuerdo (que no la pienso quitar hasta que se caiga).

viernes, 15 de abril de 2016

X Regata de La Aurora, Cullera

2 de Abril de 2016. Nuevo sábado primero de mes, nueva regata en Cullera; esta vez con motivo de las fiestas, la X regata La Aurora en aguas de la bahía de Cullera.
Nos salió un precioso día primaveral, de cielo azul con unos pocos borreguitos, y un viento suave que fue alegrándose a lo largo de la mañana, dando vidilla a la regata.
La salida tuvo lugar como habitualmente, cerca de la Penyeta del Moro, un obstáculo natural en el centro de la bahía. Y como habitualmente también, había dos o tres palangres en el recorrido. La regata consistió en un recorrido costero hacia el Faro de Cullera, pasando hasta la playa del Dosel, y volviendo luego por el mismo camino.
La subida hacia la boya del faro, en un rumbo cómodo de un descuartelar, muy rápido para el Puma, nos permitió hacer proezas como adelantar al Sarantín II por sotavento y sin despeinarnos.
Las regatas en la bahía de Cullera tienen el aliciente del bonito paisaje que ofrece la montaña de Cullera y su entorno, que, aparte de hacer que el régimen de vientos sea caprichoso y cambiante... regala la vista al regatista y al paseante.
Bajando hacia la boya del Dosel, el rumbo no daba para spi, aunque algunos se empeñaron en sacarlo... rumbo a un largo; a unos 110º de la proa, abrir el genovón y arreglado. Otra vez en liza con el Sarantín II.
Recorrido de la X Regata La Aurora de Cullera, 5,06 millas ida y vuelta.
Como a la salida se hizo una melée interesante entre varios barcos de los rápidos, (alguno tuvo que penalizarse, dando una vuelta completa), eso nos dio cierta ventaja, que se reflejó en la clasificación: el Entre dos azules por delante de pepinos de regatas como el Slainte o el Llevant Blau Regata... ¡Inaudito!
(Aclaración; tiene truco. Nosotros sólo hicimos una vuelta al recorrido, la flota de Clase Regata tenía que volver a subir hasta el faro por segunda vez, para terminar recorriendo 8,58 millas)
El Slainte además salió a regatear a pesar de haber tenido problemas de motor (que no le arrancaba, vaya). Pero la flota de Cullera es muy solidaria, y encontró a alguien que le dio remolque. Aquí una imagen del remolque abarloado volviendo al amarre:
El Barbablu llevando al Slainte en su costado de estribor, para acercarlo suavemente al muelle. En el náutico de Cullera hay un gran espíritu de compañerismo, y el "tercer tiempo" se disfruta especialmente, ayudando a recoger velas, a pasar pertrechos de un barco a otro, preguntando a otros armadores cómo solucionan problemas a bordo... y yendo a comer al restaurante del náutico.
Un buen puchero para terminar el día... ¡Ñam!

domingo, 10 de abril de 2016

Ruta de la Sal 2016, Transporte de vuelta a casa

Como siempre, falta volver, que la regata esta vez ha acabado a unas buenas setenta millas de casa.
Esta vez toca cruzar el canal, y las previsiones son de viento de poniente, arreciando por la madrugada en la zona del golfo.
Salimos al atardecer del domingo 27 de Marzo, para ver la puesta del sol mas allá de Conejera, cruzándonos en las fotos del Café del Mar.
El islote de Conejera con su faro, a la luz del atardecer. El mar estaba un poco picadito, pero el viento había bajado considerablemente, durante todo el día soplando en el puerto a mas de quince nudos, pensábamos que no nos quería dejar marchar.
Con buen ánimo, afrontamos la travesía, en unas dieciséis horas contábamos con estar en casa, y nuestros amigos del Slainte iban unas diez millas por delante, abriendo camino.
Tomamos dos rizos en la vela mayor; rizos que ya no íbamos a quitar en toda la travesía, y el génova solo un poco desenrollado. Debimos haber puesto el stay de trinqueta y un tormentín, pero todos somos capitanes después de la tormenta...
Enfilamos rumbo directo a Valencia, y nos dispusimos a navegar toda la noche.
Yo me mareé, producto de la comida que habíamos tomado, el café, y el agobio de la travesía que nos esperaba; un pequeño ataque de ansiedad hizo el resto, y vomité por la borda como un marinero novato. He de decir que después me sentía mejor, pero un poco débil, así que me pasé todo el viaje en la cabina, descansando, escuchando la radio y anotando nuestra posición.
Durante toda la noche, escuchamos las llamadas de Ibiza Radio a un velero llamado Tres Hermanos, que no daba respuesta; según los protocolos de salvamento si reciben una llamada de auxilio, deben intentar ponerse en contacto con el velero en apuros.
El viento fue subiendo durante toda la noche, que el Entre dos azules iba remontando a motor y vela, a buena velocidad, pero contra las olas. Veinticinco nudos sostenidos, con rachas de hasta treinta al amanecer. Santi se pasó toda la noche al timón, guiando el barco con rumbo firme a Valencia, y una vez despuntando el alba, me pidió que le sustituyera; debía bajar al baño.
Me abrigué y salí a la bañera, el barco iba bien, pero las olas empezaban a ser incómodas, y el viento iba desviándonos lenta pero inexorablemente hacia el norte. De seguir así, íbamos a terminar en Sagunto.
En el momento en que estábamos los dos fuera, escuchamos la llamada del velero Dragut Dos a Salvamento Marítimo; habían desarbolado a unas ocho millas de nuestra posición, mar adentro, y pedían ayuda. Ya me disponía a bajar para tomar nota de su posición y prestar ayuda y enlace por radio, cuando Salvamento marítimo les contactó, y les pidió cambiar de canal.
Nos mantuvimos a la escucha en el canal 16, por si hubiera una llamada a embarcaciones de la zona, y seguimos nuestra ruta. Dos horas más tarde de su primera llamada un barco de Salvamento Marítimo llegaba a la zona y les pedía que activaran la baliza de localización. Ya no escuchamos nada más por radio, pero días más tarde nos comentaron unos compañeros que al parecer, habían podido llegar por sus propios medios a puerto. Sólo habían roto la mitad de arriba del palo, y habían podido seguir a motor.
Adentrándonos en el Golfo de Valencia, el viento comenzó a subir tanto que las rachas de treinta nudos se estaban convirtiendo en sostenido; a veintidós millas de Valencia decidimos virar al sur. No solo ganábamos tres millas a la costa, que Cullera estaba a diecinueve millas, sino que nos acercábamos a una costa más escarpada, que protege mejor del viento de Poniente. La ola comenzó enseguida a ser más manejable y el viento bajó. El anemómetro ya no pitaba cada dos segundos (tenemos una alarma cuando sube de veintisiete nudos).
Llevábamos recorridas unas cinco millas hacia la protección, cuando el motor se paró.
Como si se hubiese quedado sin gasoil, bajó de revoluciones y se caló.
Enseguida tuvimos la sospecha de por qué; la vida inteligente en el gasoil. Al cambiar de bordo, y con las sacudidas de las olas, todo el lodo que está en el depósito, se había desplazado hacia la parte más baja; donde está la manguera de alimentación al motor, tapándola.
Vaciamos el cofre grande de babor, y Santi se metió a trastear con el depósito. Después de varias manipulaciones, y finalmente soplando con una bomba de pera que tenemos para bombear gasoil, consiguió desatascar la tubería. El lodo sigue dentro del depósito, pero ya no tapa la entrada. Otro punto a revisar después...
Seguimos pues, a vela, ya que el motor no nos da garantías. Primero rumbo a Gandía, y luego enfilamos Cullera. El viento comienza a soplar de la bocana del puerto, como siempre, y cuando llegamos a la protección de la bahía de Cullera, nos cruzamos con tres o cuatro barcos que subían desde Denia a Valencia. Bordeando la costa, con todo el trapo arriba. Y nosotros con dos rizos en la mayor y un tanga en el génova. Debieron pensar que éramos unos exagerados... hasta que se encontraran la chufa frente a Valencia, ya verían, ya...
Tuvimos la duda de si seguirles y volver a Valencia directamente; serían unas tres horas más de travesía y llegaríamos a casa... Pero el fin de semana próximo es la Regata de la Aurora, seguro que no íbamos a volver a Cullera de nuevo después de esta paliza; y veinte minutos a motor frente a tres horas más a vela hicieron la decisión más fácil. Motor y río arriba, a las dos de la tarde del lunes 28, dejábamos el barco amarrado en Cullera.
Las dieciséis horas de travesía iniciales se habían convertido en diecinueve, mucho más duras que la propia Ruta de la Sal. Pero habíamos llegado a casa nosotros y el barco, sin mayor desperfecto. Cansados pero orgullosos de las proezas que estamos logrando a bordo del Entre dos azules, nos fuimos a casa a descansar de tanta aventura.

viernes, 8 de abril de 2016

Ruta de la Sal 2016 (epílogo)

Ya estamos amarrados en San Antonio de Portmany, después de haber terminado la Ruta de la Sal con nuestro Entre dos azules, a dos, sin piloto y con las velas de batalla.
Nuestra primera regata de altura como patrones y armadores, y la hemos disfrutado como enanos. Aún quedan muchas cosas por hacer, y mejorar en el barquito, pero lo básico de seguridad ya está, y el Puma es capaz de llevarnos de un lado a otro con ciertas garantías.
La desventaja de una tripulación reducida es que hay que hacer todo a dos: navegar, amarrar, limpiar y ordenar después de la regata... Nos costó toda la mañana del sábado poner el barco en un estado presentable, y no llegamos a limpiar el génova porque se levantó viento...
El balance de este viaje es positivo: no hemos roto nada importante (el piloto automático ya estaba tocado) y hemos aprendido mucho. Ahora queda disfrutar de nuestra estancia en Ibiza estos días de fiesta de la Sal, y a preparar el viaje de vuelta, que la meteo no parece acompañar mucho...
El Caracol de Jaume Espí se vino a Ibiza con nosotros.
Otro año más, el Rally de clásicos de La Sal nos da la bienvenida a San Antonio.
Aprovechamos los momentos tontos para bricolear otro poco...
La puesta de sol en el Café del Mar... aglomeración absurda de gente para ver el ocaso, en una isla en la que cada rincón tiene un paisaje mágico...
Entrega de trofeos en la carpa de La Sal. Premios para todas las categorías, de ambas versiones, este y norte, con una mención especial a un barco que se quedó prestando auxilio y enlace radiofónico a otro velero en apuros que, viniendo de Barcelona, perdió el palo a unas cuarenta millas de meta. La solidaridad en el mar y el apoyo entre los regatistas es otra de las cosas que se pueden vivir en una regata populosa como ésta.
Los patrones del Slainte (3º en la general, 1º en su categoría) y del Llevant Blau Regata (1º en su categoría), ambos del Club Náutico Cullera, club que nos acoge todos los meses en sus regatas.

Y una vista general de la Bahía de San Antonio.

lunes, 4 de abril de 2016

Ruta de la Sal 2016 (parte 2)

Habíamos dejado a Santi navegando hacia el norte, desde Punta Roja en Formentera, hasta el islote de Tagomago al este de Ibiza, mientras yo descansaba en el camarote de proa.
Dormir en un velero tiene su arte, veréis: el barco se mueve como una atracción de feria, con tendencia a mantener una cierta inclinación o escora, y a cabecear con cada ola. Con lo que escoger la banda en la que te echas a dormir es importante; puedes acabar tirado por el suelo.
El camarote de proa tiene la ventaja que la cama va de lado a lado; las posibilidades de rodar al suelo disminuyen; sólo se rueda de lado a lado. Y el cabeceo del barco es más pronunciado. Hay que buscar una solución.
Santi la encontró echándose en diagonal, sujetándose con los pies contra el mamparo, y el cuerpo entre las mantas y almohadones que pueblan el camarote, que aquello parece un nidito. Y se quedó dormido, tanto que para despertarlo a las tres tuve que pegar un buen grito desde la bañera...
Al final, yo me eché a las tres y media y casi se hicieron las cinco para cuando asomé de nuevo al fresquito mañanero.
Ya cerca de Tagomago, amaneció.
Amanecer sobre el Mediterráneo.
El islote de Tagomago, con su faro, asomando entre la bruma matutina.
Al doblar Tagomago, el viento que nos había estado empujando desde el sur, comienza a remolonear. Vamos a entrar en la sombra de la isla, y toca tomar una de esas decisiones estratégicas que te pueden aupar al éxito, o hundirte en a miseria... ¿Nos vamos más a mar para evitar el efecto de los acantilados? ¿Intentamos aprovechar el efecto de la costa? Costa, por otra parte, que no conocemos, así que nos quedamos un poco a medias... No queremos ir mucho a mar, porque el Entre dos azules no es un barco muy rápido, nos puede pillar un cambio de condiciones muy lejos de la ruta, y la previsión es de que el viento baje... vamos a ceñir lo mejor que podamos, y lo mejor que nos deje el viento.
Y en ese momento, el viento decide que se va a poner cabezón, y venir exactamente del punto al que queremos ir. Tardamos más de dos horas en poder dar nuestro paso por el faro de Portinatx, en el cabo Moscarter, donde debíamos avisar a Ibiza Control que seguíamos en Regata, y a partir de ahí, tomar un rumbo suroeste para bajar hacia el cabo Nono y la entrada a la bahía de San Antonio.
Bordo tras bordo, virada tras virada, vamos acercándonos hacia la meta, pero a una velocidad desesperante. Dicen que ceñir es el arte de navegar el doble de distancia, en el triple de tiempo, y cuatro veces más incómodo.
Doy fe.
Trazado en el plotter de la travesía norte de Ibiza... cada bordo era de entre tres y cinco millas.
La regata se estaba alargando; las primeras noventa millas las habíamos recorrido en dieciocho horas, y las últimas treinta nos iban a costar más de diez.
Doblando finalmente el cabo Nono, nos tenemos que adentrar en la bahía de San Antonio, para pasar por la meta que se encuentra frente al cabo Negret. El viento, de nuevo, se vuelve a situar a nuestra proa; nos alejamos un poco de tierra para poder entrar en un solo bordo.
Comienza a nublarse, y el día se vuelve gris plomizo, lo que suele ser señal de bajada de viento. Viramos hacia el cabo Negret, no nos va a dar tiempo a cruzar. Tres barcos bajamos hacia la meta, cada uno con su estrategia, y a todos nos sorprende la caída total del viento a pocos metros de la línea de llegada.
Nosotros conseguimos no parar el barco, tuvimos que volver a virar, y entrar en meta con el último soplido de viento a las 18:52:25 del viernes 25 de marzo.

Clasificaciones de clase Vintage (barcos de más de 40 años); segundo puesto para el Entre dos azules.

Clasificaciones de clase Golf (tripulación reducida y a2); un quinto puesto entre seis barcos.