domingo, 15 de noviembre de 2015

Vuelta nocturna a casa...

Hasta ahora nos ha salido todo a pedir de boca; de nuestra lista de objetivos mínimos para una regata se han cumplido todos:

  • Salir del náutico de Valencia: ✓
  • Llegar al náutico de Cullera: ✓
  • Tomar la salida en regata: ✓
  • Terminar la regata: ✓
  • No llegar los últimos: ✓

Vamos bien... Sólo que se nos ha olvidado la vuelta.
Ahora en invierno, los días son tan cortitos, que cualquier salida en barco un poco intensa, como ésta nos ocupa todas las horas de luz; y aunque habíamos salido tempranito, la regata y la paella nos han consumido el día.
Un arroz del senyoret estupendo, la puesta de sol mereció la pena...
Después de comer, con el sol poniéndose al otro lado del Júcar, y de un ratito de tertulia con los compañeros del Constancia, nos vamos al barco a deliberar. Podemos dejar el Entre dos azules en Cullera y volver a buscarlo mañana, o podemos salir y navegar las quince millas a Valencia de noche.
Como queremos tener el domingo libre, nos decidimos y salimos a navegar. Total, son tres horitas y media, es como ir de Valencia a Madrid en coche...
Con buen ánimo y noche cerrada, nos preparamos para salir.
Enfilamos de nuevo la desembocadura del Júcar, y salimos del puerto. En la bocana nos esperaba la draga, trabajando de noche. Salimos junto al faro de estribor, con las potentes luces de la dragadora iluminando la desembocadura, y nos adentramos en la bahía de Cullera, rumbo al faro.
La noche es tan clara, que las luces de Valencia se distinguen desde la playa del Dosel. Ponemos rumbo a las luces del puerto, y a motor, con la mayor izada, vamos tragando millas poquito a poco junto a la costa. El GPS nos indica que vamos a llegar a las 22:45, hay que intentar no pasar frío, y navegar disfrutando de la noche.
La navegación nocturna tiene su atractivo, al menos para mí... Ver las estrellas en todo su esplendor (Santi vio hasta alguna estrella fugaz), por ejemplo, es uno de ellos.
La costa está tan iluminada, que hay que agacharse por la borda para ver el plancton bioluminiscente que se enciende al paso del barco. En la ola que genera el casco y en la estela de la hélice pueden verse pequeñas chispitas de luz azul, de diminutos animales, que al verse sacudidos, nos muestran su enfado.
Por la noche también es posible ver muchos animales; los delfines son cazadores crepusculares, y los hemos visto rodear el barco, aunque no en esta ocasión.
También ha saltado a bordo alguna vez un pez volador despistado, huyendo de los depredadores nocturnos. La noche hoy está tranquila y no tenemos visitas inesperadas.
El mayor problema de navegar de noche es que es muy fácil quedarse frío. En realidad en cubierta debe estar solamente la tripulación de guardia, y el resto, bajarse a la cabina a descansar, porque una de las consecuencias de quedarse adormilado con la humedad y el frío de la noche es que se te revuelven las tripas, y es una situación desagradable. Es preferible bajar y tumbarse en una litera, bien arropado, sobre todo en las noches tranquilas en que no es necesario hacer mucho.
Puntuales, como había predicho el GPS, llegamos al Náutico de Valencia a las once menos cuarto; el agua en el interior del puerto está tan calma que parece un espejo, y las maniobras, con los barcos amarrados en los pantalanes y sus reflejos tan nítidos parecen algo sacado de un cuento de Lewis Carroll.
Pedimos ayuda a un marinero, mas que nada porque veníamos tan cansados que nadie quería saltar a tierra, aunque con el agua tan tranquila casi no hizo falta. Amarrar el barco, adujar todo a bordo, recoger las cosas y volver a casa en coche. Agotados pero satisfechos, terminamos nuestro día de regatas en Cullera.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

La crisis de la boya

Estamos en el Club náutico de Cullera para participar en el VIII trofeo Torre del Marenyet, que se celebra el 7 de Noviembre de 2015. Desde que tenemos el Entre dos azules, hemos intentado participar en las regatas de Cullera, con poca suerte de momento... Parece que esta vez, va la vencida.
Hemos conseguido llegar hasta aquí a tiempo para la reunión de patrones, lo que ya es un hito en nuestra lista...
Reunión de patrones en el muelle sur.
Después de la reunión, y con las instrucciones de regata bajo el brazo, abordamos el Entre dos azules y salimos del puerto, rumbo a la bahía, y a la zona de salida.
Descendiendo el Júcar, con toda la flota detrás.
El procedimiento de salida está previsto a las 12:30, y en Cullera el horario se respeta... si no, no llegamos a la paella. La flota va evolucionando cerca de la línea de salida, nueve barcos en Clase Regata, seis en Clase Club.
Antes del procedimiento de salida, los barcos remolonean por ahí, subiendo velas...
El comité inicia la rueda de reconocimiento, nombrando a cada barco por radio para comprobar que estamos en regata, como pasar lista en clase. Basta contestar "En Regata", y te chequean en la lista. El que no contesta, no participa.
La flota, en regata.
Al tomar la salida, todos los barcos se apelotonan junto a la boya, nosotros nos mantenemos un poco más apartados, hacia el barco comité, y tomamos la salida más a tierra, con una clara desventaja frente a los demás; el viento viene del mar, y nosotros estamos más abajo. Nos toca ceñir.
Afortunadamente, el Puma es un gran ceñidor, y los años en el club de regatas nos han servido para aprender una cosa o dos. Hemos hecho una mala salida, y no sólo debemos navegar tres millas hacia la boya, sino también ganar barlovento. Entre el Trimmer (Santi) y el Timonel (yo), ajustamos las velas y el rumbo para que el Entre dos azules vaya avanzando lo más ajustado al viento posible. Arribando un poco para ganar velocidad, orzando con cuidado hasta el límite, hasta que el trimmer me advierte que la vela pierde sustentación, y vuelta a empezar. El viento es flojo, y el barco está sucio, pero vamos ganando gradito a gradito, y conseguimos acercarnos a la flota.
¡Los tenemos ya a mano!
De salir los últimos, hemos conseguido adelantar al Aquari, al La Salada y al Athenea, a los que incluso dejamos por sotavento. El Constancia nos mantiene el pulso, pero es que lleva unas velas impresionantes, y es difícil de batir, aparte de que lleva ganado el barlovento, va muy por delante de nosotros.
Llegamos a la altura de la boya, unos doscientos metros más hacia la playa; toca virar y acercarnos a ella navegando por el otro costado. Vemos virar al Constancia, y tomar la boya con margen, no estoy segura de que nosotros podamos, el trimmer me anima, cuento hasta diez, y viro...
Hay que dejar la boya por babor, y vamos muy justitos con este poquito viento.
¡Demasiado pronto! El viento me abate hacia la boya, no vamos a conseguir dejarla por babor, y ya no hay distancia para jugar como hemos hecho en la ceñida hasta aquí. Por dos veces, el barco se me aproa, no consigo sacarle velocidad y me ofusco en pasar la boya; no lo estoy haciendo muy bien. Otra virada más, el Atenea y el La Salada toman la boya y se van, como he tenido que virar, debo dejarles paso; hasta el Aquari nos adelanta. Buf, con lo bien que nos había salido hasta ahora... otra vez estamos los últimos. A la tercera, va la vencida, aunque la pasamos justito...
 
¡Aparta, aparta! Doblamos la boya los últimos de la flota, queríamos llevárnosla de recuerdo...
En fin, comienzan las tres millas de sotavento, esta vez el viento nos empuja por la aleta de estribor, y la velocidad del barco es desesperadamente lenta. Toda los barcos navegan con velas de proa, spinnakers, gennakers, algún código cero... Sólo el Aquari y nosotros tenemos únicamente el génova, la flota nos deja atrás sin remedio. De nuevo la pelea, metro a metro, adelantando otra vez al Aquari antes de llegar a la Penyeta del Moro, donde se sitúa la tercera boya. Esta no la podemos pasar rozando, que es una piedra...
La Penyeta del Moro, esta vez le dejamos distancia de respeto...
Doblar la Penyeta, nueva ceñida hasta la puerta de salida, donde la flota de clase Club termina el recorrido. Algunos barcos de la clase Regata ya han cruzado la meta, después de haber dado casi dos vueltas al campo de regatas.
El barco comité; ya casi estamos.
Nuestra grumete-fotógrafa-operador de radio en ratos libres, anuncia nuestro nombre al comité, para que tomen el tiempo de llegada, y nos vamos al puerto. ¡Nos hemos ganado la paella!
Después de 9254 segundos en regata, (2 horas, 34 minutos y 14 segundos), llegamos en un 14º puesto, justo por delante del Aquari. Vamos a comer al restaurante del náutico, hay que reponer fuerzas para el viaje de vuelta.

lunes, 9 de noviembre de 2015

Madrugón en el náutico...

El título de esta entrada se justifica con esta foto:
Amanecer. Las siete de la mañana, saliendo del puerto.
Ya es principio de mes, otra vez hay regata en Cullera; hay que recorrer las quince millas que nos separan de la bahía cullerense antes de las once de la mañana, para participar en el VIII trofeo Torre del Marenyet. Esta vez nos acompaña nuestra buena amiga Raquel, que hace las veces de fotógrafa, con lo que esta regata va a quedar más que documentada.
Madrugamos muchísimo, para hacer el viaje tranquilos, y llegar de sobra. El mar nos espera con una superficie lisa como un plato, poco viento, y de tierra; navegamos las primeras millas a motor, con la vela mayor izada para equilibrar el barco.
El sol asoma tímidamente...
El viento fue alegrándose a medida que amanecía, y hacia las ocho de la mañana, con el génova también desenrollado, pudimos apagar el motor y navegar a vela.
La tripulación al completo.
Al ser viento de tierra, aparte de un poco racheado, nos arrastra los olores de la costa; desde el "aroma" de la depuradora de Pinedo, pasando por los croissants tostados del Parador del Saler y un olor chungo a quemado de una rastrojera en el Mareny... mirando atrás podíamos distinguir la nube negra que habíamos atravesado.
Bruma-humo...
A las diez de la mañana, doblamos el cabo del faro de Cullera.
El faro y las urbanizaciones del cabo.
A sotavento de la montañita de Cullera, el viento cae del todo, y arrancamos de nuevo motor. La bahía está lisa como un espejo, y los pescadores se afanan para sacar alguna presa del fondo.
Cruzamos la bahía, y enfilamos la desembocadura del Júcar.
 El mar, como un plato, literalmente.
El Entre dos azules amarrado en Cullera. Abarloado en tercera fila...
A las once y media, en la reunión de patrones nos explican el recorrido costero para la clase Club; desde la boya de la torre del Marenyet, a lo largo de la costa hacia el sur unas tres millas; vuelta a la Penyeta del Moro, y ceñida de nuevo hasta la puerta, donde nosotros acabamos. La clase Regata debe volver a hacer la ceñida de tres millas y enfilar la puerta desde el sur. ¡Nos vamos de regata!

domingo, 1 de noviembre de 2015

Más colores...

El fin de semana que viene tenemos regata en Cullera, a ver si nos sale mejor que la última, pero sin entrenar, no sé...
El caso es que Santi se ha tirado toda la semana revisando cabuyería a bordo, que si cabos de respeto, que cómo están las drizas y las escotas... Aún hay cosas que preparar, pero el tiempo en otoño no suele acompañar.  El frío no es malo, pero la lluvia es molesta. Y si la acompañan unas olas de proporciones importantes, pues nada, plan B.
Hoy el mar no esta para muchos miramientos; olas de un par de metros, vientos fuertes de NE, un cielo que amenaza lluvia y aviso de temporal en la meteo... Hay veces en las que más vale una taza de chocolate calentito en el sofá de casa.
Los que me conocéis, sabéis que tengo otras aficiones, aparte de la vela (a veces diría yo que demasiadas...) Y una de las cosas que me gusta hacer es pintar. Pero la pintura a veces es engorrosa, y he pensado muchas veces cómo me las arreglaría yo para pintar a bordo de un velero de 34 pies, si no puedo embarcar un caballete ni un lienzo...
Cada vez pinto más acuarela por esa razón, tengo algunas obras en acrílico, y en pastel, pero la versatilidad y el colorido que dan las acuarelas en pequeños formatos es insuperable. Como muestra, una de las obras que he pintado este fin de semana: "El día de los muertos", Rotulador calibrado y acuarela en ficha de alto gramaje, 95mm x 65mm.
Estoy explorando aún las posibilidades de las tarjetas, he intentado el bodegón floral, en diferentes vertientes:
Rosas 1
Rosas 2
Espiga
...y el dibujo geométrico:
Sin título (evidentemente)
Y para que no me digáis si tenía excusa, así es como estaba el mar frente a La Malvarrosa, junto al espigón de la Marina Real Juan Carlos I...