sábado, 8 de febrero de 2014

La Chandeleur (2 de Febrero)

Aquí no hay tregua. No acabamos de digerir los dulces de la Navidad, y a principios de Febrero se celebra en Francia la Chandeleur, la fiesta de los crêpes. Así no se puede empezar la operación bikini...

Conocida en otros países como la Candelaria o la Presentación de Jesús en el templo, se celebra cuarenta días después de Navidad. Como todas las fiestas religiosas, es la adaptación de una fiesta pagana que conmemoraba el fin del invierno, y auguraba fertilidad para las nuevas cosechas.

Etimológicamente, significa fiesta de las candelas, o de la luz, porque se celebraba alumbrando antorchas. Astronómicamente, es en febrero cuando los días comienzan a alargarse de manera más notoria en el hemisferio norte, así que tiene sentido que los romanos, y los celtas tuvieran fiestas en honor a la luz en estas fechas.

Entre todas las creencias que envuelven las fiestas, está la de los crêpes, que por su forma redonda y color amarillo, recuerdan al sol (eso dice la Wikipedia...) y es por ello por lo que a esta celebración, en Francia, Bélgica y Suiza se la conoce únicamente en relación a los crêpes.

Son las ventajas (o inconvenientes, según se mire...) de vivir en un estado realmente laico...

Existen varias supersticiones divertidas en torno a la confección de los crêpes. La tradición dice que si volteas un crêpe con la mano derecha mientras sostienes en la izquierda una pieza de oro (o en su defecto, una moneda), y el crêpe cae perfecto en la sartén, tendrás buena suerte todo el año. Yo ya me estoy convirtiendo en una experta en girar crêpes al vuelo...

Uno de los refranes célebres de la Chandeleur dice: "À la Chandeleur, l'hiver se meurt ou prend vigueur". Lo que significa que, o tenemos una primavera temprana, o seis semanas más de invierno. Y ¿a qué os suena eso, queridos cinéfilos? Por supuesto, a otra celebración famosa, esta vez en los Estados Unidos de Norteamérica y el Canadá: el día de la Marmota, que se celebra también el mismo día. 

Una marmota en el parque Jean-Drapeau, Montreal, junio de 2012.

El 2 de febrero sale la marmota Phil, de su madriguera en Punxsutawney, Pensilvania. Según la tradición, si la marmota ve su sombra, se asusta y se vuelve a meter a su madriguera, suponiendo que el invierno durará seis semanas más. Si por el contrario, está nublado, la marmota se quedará fuera, lo que augura una primavera temprana.

De acuerdo al "StormFax Weather Almanac" y a sus registros desde 1887, las  predicciones de Punxutawney Phil han sido correctas en el 39% de las ocasiones, lo que quiere decir que, o es extraordinariamente mala, o la interpretación del comité es justo la contraria...

Qué queréis que os diga, yo me quedo con los crêpes.

jueves, 30 de enero de 2014

Extraños desvíos

Os quisiera dar una explicación al post anterior. Existen varias razones para  haberlo escrito.

La primera, es que este es mi blog y escribo lo que me da la gana. Así de simple. No hay anunciantes, ni mecenas, nadie me paga por escribir esto, luego no hay ninguna presión por mantener una temática concreta. No tengo "línea editorial". Soy independiente, ¡yupii! Así que, si no viajo con el caracol por ahí, puedo escribir sobre cualquier cosa que me pase por la cabeza, y que a mí me parezca interesante compartir. Al fin y al cabo, "Entre dos azules" significa entre cielo y mar, y en ese sandwich hay muchas cosas. (Ojo, que también vosotros sois libres de leerme, así que todos contentos).

La segunda, es que hay gente que me ha dicho que aprende cosas leyendo mi blog. Viajando se aprende, indudablemente, y si además, puedo difundir conocimientos de alguna otra clase, mejor que mejor. Aparte que una tiene su pequeño ego, y me gusta ser un referente, aunque sea sólo para mi madre. (¡Gracias, mamá!).

Y la tercera es uno de los desencadenantes de la historia, y del enfoque del post anterior. Con tan amplio acceso a la información que poseemos, la cantidad de gente que se proclama poseedor de la verdad absoluta es abrumador, y se está llegando a los extremos de que una idea absurda se torna dogma si se repite lo suficiente por la red. El hecho de que la frase "lo natural es bueno" se tome al pie de la letra, y las consecuencias que ello tiene para ciertas personas es lo que me empujó a escribir.

Yo soy celíaca, lo que quiere decir, que no tolero ingerir gluten. Debo tener mucho cuidado en mi dieta, y cuando voy a comprar al supermercado, leo minuciosamente todas las etiquetas de los productos que van al carro. (El gluten, si no queréis leer el enlace de más arriba, es una proteína que se encuentra en algunos cereales, entre ellos el trigo). Natural, ubicuo, barato y útil para muchísimas cosas.

Hace poco, en un restaurante, (otro de mis quebraderos de cabeza), pedí un plato sencillo, sin salsas por favor, y sin pan.

- "Es que no puedo tomar gluten, ¿sabe?"- le expliqué a la camarera. Elle me miró, con gesto desaprobador, y me contestó:

- "Aquí no hay de eso, aquí es todo natural"

Ayayay...

Entiendo que no todo el mundo sepa lo que es el gluten, al fin y al cabo, yo lo conocí cuando me diagnosticaron y tuve que aprender a encontrarlo, y a evitarlo. Pero alguien que se dedica a la hostelería no debería tomar tan a la ligera una solicitud de un cliente, al fin y al cabo, el cliente sabe qué puede comer y qué no. Miedo me daría si a ese restaurante va un niño con alergia... que le da un plato de cacahuetes naturales y lo mata...

Afortunadamente, cada vez hay más conciencia de las intolerancias alimentarias, y cada vez es mas fácil encontrar restaurantes que tomen sus precauciones para evitar contaminaciones. También es fácil entender que he tenido que hacer un máster en tecnología de los alimentos para controlar yo misma lo que como, sin depender de que alguien sepa de qué le hablo cuando le digo gluten.

El hecho de que la gente mezcle churras con merinas, suponiendo que lo "natural" es sinónimo de saludable es lo absurdo. La dieta es algo complejo, y debe haber un equilibrio que a veces es difícil de alcanzar sin consumir productos procesados. Probad a comer sólo brócoli, ya veréis qué bien. Lo sano es usar el cerebro y leer las etiquetas, y, creedme, de eso sé un rato.

viernes, 24 de enero de 2014

La ley de la perversidad de los objetos inanimados

Últimamente estoy encontrando difundido por la red un curioso documento sobre la composición química de algunos alimentos.

Fuente: James Kennedy Monach

Lo que debería ser una obviedad como una casa, se convierte en un trampolín de salto para ciertos defensores de lo "natural" que ven tambalearse sus creencias, y en un intento por negar la evidencia de que todo tiene una composición equivalente a nivel molecular, intentan un nuevo enfoque. Porque ahora resulta que hay químicos "buenos", (al menos le dan credibilidad a la composición del kiwi), y químicos "malos". (Las comillas de este post son todas maliciosamente intencionadas).

En tiempos inmemoriales, ya se creía que todo en este planeta estaba compuesto de una combinación de cuatro elementos, a saber: agua, aire, tierra y fuego. Aunque la creencia se probó errónea, (afortunadamente los alquimistas evolucionaron en científicos), el principio atinaba bastante; hay unos ladrillos básicos de los que está compuesta toda la materia conocida, y son siempre los mismos, en diferentes combinaciones.

Un nuevo enfoque de la Tabla Periódica de los Elementos.

Pero gradualmente, pese a todos los avances, y a pesar de estar inmersos en la era de la información, estamos involucionando hacia una obsesión oscurantista, en la que se cree que lo "natural" se está olvidando, lo que nos lleva a la firmación absurda de que lo "químico" es malo. Y aquí está el problema, nada es completamente blanco ni completamente negro, y para navegar en este mar de grises, hay que reflexionar un poco ¡ay!

Comencemos por la afirmación: "Lo natural es bueno".

Vale. Voy a escoger un elemento de la tabla periódica, natural por definición, bastante abundante en nuestro planeta, viejo conocido de la humanidad, y desesperadamente tóxico: el arsénico. (No dejéis de leer el enlace al El Tamiz, que describe este elemento con gran elegancia).

Ya sé lo que estais pensando: he elegido a propósito. Pues sí, para qué negarlo. Porque quiero mostraros un caso extremo, es más didáctico. Pero hay más, claro que sí.

El hidrógeno: explosivo. (¿conocéis la historia del Hindemburg?). El oxígeno: tan tóxico que se utiliza como desinfectante (en forma de ozono, O3). Incluso en su alótropo más común, O2, puede producir hiperoxia, hecho que descubrió Jacques-Yves Cousteau a las bravas en sus primeras inmersiones...

Entonces: "Lo natural es malo". ¡Tampoco!

Y ahí está la clave, nada "es" bueno o malo; me cuesta pensar en la maldad intrínseca de un mineral, o de una fruta. Es el uso que hacemos de ello lo que le da su utilidad, lo que hacemos con los recursos es lo que puede ser beneficioso, o desastroso. Son nuestras acciones, y nuestras motivaciones las que moldean la historia. Y frecuentemente, son bastante simples, para decepción de algunos.