viernes, 24 de enero de 2014

La ley de la perversidad de los objetos inanimados

Últimamente estoy encontrando difundido por la red un curioso documento sobre la composición química de algunos alimentos.

Fuente: James Kennedy Monach

Lo que debería ser una obviedad como una casa, se convierte en un trampolín de salto para ciertos defensores de lo "natural" que ven tambalearse sus creencias, y en un intento por negar la evidencia de que todo tiene una composición equivalente a nivel molecular, intentan un nuevo enfoque. Porque ahora resulta que hay químicos "buenos", (al menos le dan credibilidad a la composición del kiwi), y químicos "malos". (Las comillas de este post son todas maliciosamente intencionadas).

En tiempos inmemoriales, ya se creía que todo en este planeta estaba compuesto de una combinación de cuatro elementos, a saber: agua, aire, tierra y fuego. Aunque la creencia se probó errónea, (afortunadamente los alquimistas evolucionaron en científicos), el principio atinaba bastante; hay unos ladrillos básicos de los que está compuesta toda la materia conocida, y son siempre los mismos, en diferentes combinaciones.

Un nuevo enfoque de la Tabla Periódica de los Elementos.

Pero gradualmente, pese a todos los avances, y a pesar de estar inmersos en la era de la información, estamos involucionando hacia una obsesión oscurantista, en la que se cree que lo "natural" se está olvidando, lo que nos lleva a la firmación absurda de que lo "químico" es malo. Y aquí está el problema, nada es completamente blanco ni completamente negro, y para navegar en este mar de grises, hay que reflexionar un poco ¡ay!

Comencemos por la afirmación: "Lo natural es bueno".

Vale. Voy a escoger un elemento de la tabla periódica, natural por definición, bastante abundante en nuestro planeta, viejo conocido de la humanidad, y desesperadamente tóxico: el arsénico. (No dejéis de leer el enlace al El Tamiz, que describe este elemento con gran elegancia).

Ya sé lo que estais pensando: he elegido a propósito. Pues sí, para qué negarlo. Porque quiero mostraros un caso extremo, es más didáctico. Pero hay más, claro que sí.

El hidrógeno: explosivo. (¿conocéis la historia del Hindemburg?). El oxígeno: tan tóxico que se utiliza como desinfectante (en forma de ozono, O3). Incluso en su alótropo más común, O2, puede producir hiperoxia, hecho que descubrió Jacques-Yves Cousteau a las bravas en sus primeras inmersiones...

Entonces: "Lo natural es malo". ¡Tampoco!

Y ahí está la clave, nada "es" bueno o malo; me cuesta pensar en la maldad intrínseca de un mineral, o de una fruta. Es el uso que hacemos de ello lo que le da su utilidad, lo que hacemos con los recursos es lo que puede ser beneficioso, o desastroso. Son nuestras acciones, y nuestras motivaciones las que moldean la historia. Y frecuentemente, son bastante simples, para decepción de algunos.

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