domingo, 21 de febrero de 2016

Temporal de poniente

Este invierno estaba siendo de lo más benévolo, hasta el día de la regata Castell de Cullera. Aquel sábado el viento comenzó a animarse, y para el domingo entró un viento de poniente bastante fuerte.
Todo esto fue debido a que el famoso anticiclón de las Azores, que este año ha sido tan grande y tan pesado que ha mantenido el buen tiempo anclado en la península todo el invierno, se acható un poco hacia el sur, dejando pasar las borrascas del atlántico norte todas en fila hasta el Mediterráneo.
Y eso ¿qué significa? Pues que el aire cargado de humedad, acompañado de fuertes vientos, derechitos desde el norte de América, se cebaron en Galicia y la cornisa cantábrica, dejando unas hermosas galernas y lluvia para aburrir. Atravesaron toda España, para al final, sin nada de humedad pero con todas las ganas, salir por la costa levantina como un fuerte viento de poniente.
Y así que pilló al Entre dos azules amarrado en el puerto de Cullera, abarloado a otro barco, y apuntando río arriba, proa al viento.
El puerto de Cullera, en la desembocadura del río Júcar, con su sistema de amarre particular. Frente a un viento fuerte de poniente (que aquí es de tierra), los barcos se ponen literalmente a navegar, cabeceando contra la corriente del río y el viento.
Otra peculiaridad del Puma es su línea panzuda en los costados, que le da esa resistencia a escorar, y esa facilidad para escupir las defensas hacia arriba si lo aprietan contra otro barco...
...lo que terminó pasando en Cullera.
Desconchón que nos dejó el roce con el vecino... las defensas cilíndricas es lo que tienen, que ruedan, y, dependiendo de las formas del barco, pueden llegar a ser escupidas hacia arriba. Y en este caso, el roce no hace el cariño...
Después del incidente, embutimos defensas por arriba y por abajo, que al ser los dos barcos panzudos, estaba complicada la cosa...
Finalmente, los chicos del Club Náutico Cullera se portaron y nos repararon el desconchón, que la verdad, nos chafó un poco el fin de semana, pero... bien está lo que bien acaba, ¿no?
Un poco sucio, pero repintado. Habrá que darle un poco de estropajo...

domingo, 7 de febrero de 2016

X Regata Castell de Cullera

Y comienza un nuevo mes, y hay una nueva regata en Cullera.
Esta vez repite Raquel, que ya vino con nosotros a la regata Torre del Marenyet, y Pepa, que viene a hacer su bautismo de crucero con nosotros.
Así que nos levantamos de nuevo tempranito, y el sábado a las siete y media salimos del náutico con el Entre dos Azules. Esta vez el amanecer se vio un poquito deslucido, por la bruma, y el día no parecía querer levantar.
Aunque nos dio para disfrutar del solario de proa del Entre dos azules llegando al faro de Cullera. En este barco nos estamos especializando en tripulación femenina...
Llegamos al Náutico de Cullera a tiempo para la reunión de patrones, incluso a tiempo para almorzar.
Esta vez la regata va a consistir en un recorrido tipo bastón, sin boya de desmarque, de tres millas. La clase Club debe hacer el bastón una vez, salida entre la Penyeta del moro y el barco Comité, subida hasta la boya de barlovento, y bajada a meta de nuevo entre la Penyeta del moro y el barco Comité.
La clase Regata, como siempre, tiene un recorrido ampliado con tres millas extra, que para eso corren más.
Salimos al campo de regatas, diecisiete barcos en competición. La estampa de tanta vela en febrero alrededor de la Penyeta es impresionante, hay mucha afición por aquí.
Iniciamos la rueda de reconocimiento, y después del despiste de algunos y los problemas técnicos de otros, todo el mundo confirmó que estaba en regata, y se inició el procedimiento de salida. Como siempre, nosotros hicimos la salida a sotavento, ya hay tiempo en tres millas de corregir el rumbo, y suponíamos que el role previsto de viento nos iba a favorecer. Subimos hacia el faro de Cullera, porque el rumbo amurados a estribor nos favorecía (la ceñida a babor nos alejaba de la boya...). Con el viento flojito, comenzamos a tragar millas a unos dos nudos de velocidad.
El viento fue animándose a medida que avanzaba la prueba, y saliendo de la influencia de la bahía, alcanzamos al Constancia y al Phoebe, que estaban encarnizados en un duelo a dos.
Sí, sí, vosotros pegaros, que yo paso por aquí, la la la...
Cuando saludo al Constancia, me saludan con una lata de cerveza en la mano, ¿hay que brindar? Llevo vino a bordo:
¡Salud!
Como siempre, llegando a la boya, hay que virar para ganar barlovento, y poder doblar la boya por babor.
Viramos y nos alejamos del faro para cruzar el bastón y volver a subir a la boya. Santi está vigilando las lanitas de la mayor, no está tomando el sol...
¡Ya estamos aquí! Tomar la boya por babor, no tocarla, y trasluchar para bajar hasta la Penyeta del moro, esta vez el viento nos empuja por la aleta. Fotos paralelas:
El Entre dos azules desde el Constancia.
El Constancia desde el Entre dos azules.
Bajando, llegamos a superar los cuatro nudos de velocidad real, el viento se fue portando a lo largo de la regata. Después de dos horas y diecinueve minutos, llegamos a meta, y enfilamos el puerto, ¡nos hemos ganado la paella!

martes, 2 de febrero de 2016

Carpintería y saneamiento interior

Desde que volvimos de la varada en Burriana, no hemos navegado nada, pero nada-nada... el invierno está siendo poco productivo. Tenemos que aprovechar para hacer algo de brico-barco.
Como el plan es ir arreglando el Entre dos azules sin perder oportunidad de navegar, pues no desmontamos el interior completamente (aunque así sí que tendríamos un barco regatero de verdad...) sino que vamos saneando y arreglando poquito a poco.
Esta vez (no me digáis por qué, las decisiones a veces se toman solas), le ha tocado al respaldo del sofá de babor, y al mamparo central del barco.
Aquí, el aspecto que tenía un día que nos dio por celebrar que tenemos barco; un recubrimiento de fibra de coco, y un cojín pegado directamente al respaldo, que se caía continuamente... Hace unos meses lo arrancamos todo, junto con la polipiel de las paredes...
Cochino y feo, pero pica menos que antes...
Y así lleva el pobrecito un par de meses, que como sólo lo vemos nosotros, pues no le hacemos caso. Pero este próximo fin de semana tenemos regata, y visitas, y no vamos a presentar un barco piojoso... Así que Santi se compró la Decapower, y se puso a luchar a taladro partido contra la cola de contacto de la pared.
El primer día, no se nota mucho avance, ¿no?
La cola de contacto utilizada para pegar la tapicería a la pared tiene varias propiedades que la hacen idónea para su uso, y una de ellas es la indestructibilidad. ¿Cómo puede ser que un pegamento aplicado hace más de diez años (por lo menos) sea tan difícil de quitar?
La zona que esta debajo de la fibra de coco, quizás por estar más en contacto con el aire, se ha resecado más y se quita fácil. La otra ¡aún está elástica! El cepillo decapador se lleva el moco ése de un lado a otro; Santi tuvo que esforzarse al máximo para limpiar el respaldo...
¡Respaldo limpio! Una manita más de lija, y las manchas de óxido desaparecerán.
El mamparo de madera requiere un poco más de mimo; el cepillo puede llevarse la primera capa de contrachapado fácilmente, y tampoco es preciso sanear tanto. Aunque como descubrimos bajo la polipiel un parche de masilla blanca, también habrá que ver qué esconde eso:
Primero, desmontar el asidero de la pared:
Y ahora, a sanear con cuidado la superficie; resulta que el pegote de masilla blanca cubre dos zonas horizontales no tan grandes como parecía en un principio:
Ya está listo para recibir una capa de corcho. ¿O creíais que se iba a quedar así?
¡Más fotos en el siguiente capítulo de Brico-Barco!