viernes, 26 de mayo de 2017

Plato de espaguetis

Otro factor para el eterno problema de humedad a bordo, son los agujeros en cubierta. Pero ¿de qué otro modo van a pasar los cables del palo al cuadro de mandos?
Seguro que hay otro modo, pero hasta que no se invente el teletransporte wireless de amperaje considerable, las luces de navegación, antena y la electrónica variada necesitarán un cable. O varios.
La instalación actual de la base del palo: los cables están protegidos con varias vueltas de cinta autovulcanizable, un tubo corrugado, más cinta y pintura blanca. Empalmes en la propia base del palo, y todo aderezado con un montón de barro. Ha estado entrando agua por ahí durante años...
El agujero, directamente a través del techo del baño, y los cables bajando en vertical hasta la base del puntal, y humedeciendo justo donde el mástil ejerce toda la fuerza... ¿Hemos dicho ya que en los Pumas hay que cambiar el puntal y la varenga casi seguro en todas las unidades? Porque cablean el palo hasta la base, y llevan el agua directamente allí...
Atravesando el mamparo por la parte más baja, los cables aparecen en el salón, justo en el cofre por donde pasan los tubos del desagüe del baño.
Pero hemos visto que hay un tubo corrugado que va desde el baño hasta el cuadro de mando en popa por un sitio más elevado: el respaldo del sofá de babor. Así que sacamos los cables de la vertical, y los llevamos al armario detrás del WC.
Por ahí detrás, falta poner unas canaletas y una caja de registro, pero la idea está clara. Ahorramos unos cuantos metros de cable, y evitamos embarcar el agua directamente a la madera de la sentina.
Hala, todo esto sobra. Aquí abajo tenéis el plato de espaguetis del que os hablé, todo etiquetado y (aunque no lo parezca) bastante organizado.
Lo desagradecido de trabajar en la distribución eléctrica es que al final de la movida, se procura que los cables no se vean, con lo que no se aprecia el trabajo... Así que os pongo una foto de Santi cableando, para que quede constancia.

Y la instalación (aún provisional) por el techo del baño:

domingo, 21 de mayo de 2017

¡Enredados!

Suele pasar cuando Murphy levanta su fea cabeza: Tenemos el barco medio presentable, con techo nuevo, y visita de amigos de Madrid... ¡Vamos a navegar!
El Domingo 14 de Mayo, preparamos unos sándwiches, cargamento de cervezas, y al puerto. Aún quedan algunas cosas por recoger y arranchar, así que nos tomamos tranquilamente unas cervecitas en la bañera.
Pero el grumete tenía ganas de salir, (y los patrones más, todo hay que decirlo, que el barco lleva amarrado sin moverse desde el 13 de noviembre del año pasado, se dice pronto...)
Así que arrancamos el motor, y nos disponemos a dar una vueltecita. El día está precioso, con sol y poco viento, ideal para un paseo tranquilo...
Sacamos el barco del amarre como siempre, tirando de una de las amarras del muerto, y dejando caer las guías al fondo bastante antes de engranar el motor. Aún y todas las precauciones, tantos meses amarrado, posiblemente una de las guías estaba ya enganchada al timón, cerca de la hélice, porque en el momento en que doy avante, el motor se cala.
Como el motor es viejo, supuse que había sido un fallo, y arranco. Pero al engranar la marcha, de nuevo se detiene.
El viento es suave, y el barco queda atravesado en el canal, frente a nuestro amarre... no hay mucho que hacer, y no hay peligro, de momento no derivamos hacia nadie. De hecho el barco no se mueve ni un poquito; solo sigue girando, hasta quedar de popa al amarre. Me asomo por la borda, y enseguida me doy cuenta de la situación, veo un cabo tenso que sale de debajo del barco hacia el muelle: hemos enganchado una de las guías del fondo con la hélice.
En ese momento, nos damos cuenta de que el plan se ha torcido un poco. Toca volver a meter el barco en el amarre, y bucear para soltar el enredo. Aún nos queda la esperanza de soltarlo y salir... En el balance de la situación; viento suave y en la dirección correcta, barco atado al muelle por la hélice, sin peligro alguno, sólo nos queda llamar a un marinero por radio y pedir ayuda para que nos remolquen dentro de nuevo. Total recorrido: 10 metros.
Hay que darse un chapuzón, que el cabo no va a soltarse solo...
Finalmente, tuvimos que abortar la misión, el cabo se había enredado tan fuertemente en la hélice que no pudimos soltarlo aquel día.
Una semana más tarde, y con herramientas adecuadas, el trocito de cabo que nos bloqueaba la hélice, pudo ser extraído: (Sí, esa porquería que se ve a la derecha de la foto puede parar un motor diesel de 30 caballos...)
Y la guía, que ha perdido un palmo de longitud en toda la operación, vuelve a su situación original: amarrada a la estacha que sujeta el barco al centro del canal:
  
Aquí está el nudo, despeluchado por el enganchón, y la reparación final:
¡Ya podemos salir a navegar!

sábado, 6 de mayo de 2017

Antes, y después...

La verdad es que son una pasada las fotos del antes y el después, cuando ha habido un cambio radical. Y ayudan mucho a darse cuenta de que, a pesar de que no lo parezca en general, hay cosas que cambian, y mucho...
Por ejemplo, el compás de mamparo, aquel que impermeabilizamos con tanto mimo hace unos meses, (en esta entrada veréis fotos de aún antes), tenía unos ligeros problemas de opacidad.
Buscando por internet, descubrimos que el mejor remedio para el metacrilato turbio era el algodón mágico limpiametales (el Aladdin de toda la vida) y un poquito de frotar...
Aquí me tenéis en faena... ojo, usad guantes, que el algodón ése es una cochinada... Y ¡Tachan!
Un poquito de propaganda gratuita... la verdad es que el producto es una pasada... y con el metacrilato, que es tan delicadito, un bálsamo. No me costó mas que diez minutos conseguir este efecto.
Otra zona del barco que estaba pidiendo una limpieza era el techo del pasillo, sobre el armario, donde Santi había despegado el tapizado de coco. Aún quedaban pelos de moqueta granate, de algún tapizado anterior, y la madera superior del armario estaba muy dañada por la humedad (ese portillo fue el primero que saneamos por entradas de agua...)
Esta vez, no hay productos milagro ni camino fácil; espátula, formón fino y a rascar poco a poco... El techo además es una zona complicada, por la postura que hay que tomar y por la tortícolis que da trabajar en ese hueco pequeño... pero en una tarde de trabajo, (y gracias a que Santi ya había quitado lo más gordo, si no mirad las fotos de aquella entrada anterior...) el gelcoat quedó bastante aparente:
La repisa del armario, la cubrimos con una plancha a medida de polipropileno alveolar blanco, ya cambiaremos la madera más adelante...
Y así, poquito a poquito, vamos adecentando el barquito...