domingo, 10 de mayo de 2015

Entre dos azules... el comienzo de una gran aventura.

Hace tiempo que comencé este blog con la idea de compartir viajes, sueños y aventuras con quien quisiera seguirme. Después de varios parones, e intentos de renacimiento, creo que finalmente he dado con la solución; convertir nuestro sueño en realidad.
Os presento a "Entre dos azules" en carne y hueso, o mejor debería decir en fibra y plomo, nuestra próxima gran aventura. Un Puma 34 con "taitantos" años, que acabamos de adquirir mi medio limón y yo, para cumplir con una idea que se gestó bastante antes de la creación incluso de este blog.
El "Entre dos azules" en el puerto de Can Picafort, Mallorca.
Así que, vuelvo a las andadas, escribiré sobre navegación, sobre reparaciones, bricolaje, carpintería... ahora tengo un enorme aliciente para contaros cositas.
Llevábamos algún tiempo buscando barco, últimamente más en serio, y después de el último paréntesis viviendo en el extranjero (hasta nos planteamos hacernos con un barco en Francia, que el mercado está más surtido que aquí...) finalmente, encontramos esta joyita en Mallorca.
Como dice Mar Abierto, es una perla de pantalán, un velero que sigue destacando "por su elegancia y su buen navegar". No hay más que ver las líneas del casco:
El palo más alto de Can Picafort...
Mangudo y barrigón, para soportar bien la escora, orza larga (1,85m de calado) que lo convierten en un gran ceñidor... y en un problema para los puertos del Mediterráneo anegados por la arena.
El fin de semana pasado (primero de Mayo) fuimos a familiarizarnos con él. Hay que traerlo a la península, pero son 36 horas de viaje, a rumbo directo, desde Alcudia hasta Valencia, así que hay que tomárselo con calma...
Después de pasar tres días revisando cositas a bordo, y haciendo la lista de la compra (hay que ver la de cosas que se necesitan para poner un barco realmente a son de mar), decidimos sacarlo a dar una vuelta.
Aprovechando la marea alta (que en el Mediterráneo es de un palmo y medio mal medido), soltamos amarras y enfilamos la bocana.
El puerto de Can Picafort está junto a la playa, con lo que tiene suministro ilimitado de arena para hacernos las cosas difíciles. Afortunadamente, están construyendo un espigón nuevo, y al operador de la pala excavadora se le ocurrió la brillante idea de sacar la arena del fondo del canal (¡gracias!) con lo cual hay un paso estrecho junto a las piedras, con calado suficiente para salir. Así que pasamos, con buen tiempo, marea "alta", despacito y casi reteniendo el aliento...
Este velerito alemán salió el día anterior, y a pesar de ser pequeño, tocó en la arena...
En fin, que estrenar el barco, lo teníamos que estrenar, y allá que fuimos, a sacar todo el trapo a la bahía.
A vela, rumbo al cabo Farrutx.
Y a la vuelta, para enfilar bien el canal, hay que poner proa a las piedras y girar en el último segundo...
Y como soy tan miedica, giré demasiado pronto, y planté la orza en la arena, justo en el borde del canal... Bof.
Afortunadamente el Puma tiene una hélice enorme y un motor potente, así que después de unos segundos a tope, y haciendo una chocolatada importante en la bocana, conseguimos soltar el barquito del fondo, y dejarlo caer en el canal. ¡Prueba superada!
En fin, que todas sean como esa...
¡Hasta la próxima!