domingo, 21 de mayo de 2017

¡Enredados!

Suele pasar cuando Murphy levanta su fea cabeza: Tenemos el barco medio presentable, con techo nuevo, y visita de amigos de Madrid... ¡Vamos a navegar!
El Domingo 14 de Mayo, preparamos unos sándwiches, cargamento de cervezas, y al puerto. Aún quedan algunas cosas por recoger y arranchar, así que nos tomamos tranquilamente unas cervecitas en la bañera.
Pero el grumete tenía ganas de salir, (y los patrones más, todo hay que decirlo, que el barco lleva amarrado sin moverse desde el 13 de noviembre del año pasado, se dice pronto...)
Así que arrancamos el motor, y nos disponemos a dar una vueltecita. El día está precioso, con sol y poco viento, ideal para un paseo tranquilo...
Sacamos el barco del amarre como siempre, tirando de una de las amarras del muerto, y dejando caer las guías al fondo bastante antes de engranar el motor. Aún y todas las precauciones, tantos meses amarrado, posiblemente una de las guías estaba ya enganchada al timón, cerca de la hélice, porque en el momento en que doy avante, el motor se cala.
Como el motor es viejo, supuse que había sido un fallo, y arranco. Pero al engranar la marcha, de nuevo se detiene.
El viento es suave, y el barco queda atravesado en el canal, frente a nuestro amarre... no hay mucho que hacer, y no hay peligro, de momento no derivamos hacia nadie. De hecho el barco no se mueve ni un poquito; solo sigue girando, hasta quedar de popa al amarre. Me asomo por la borda, y enseguida me doy cuenta de la situación, veo un cabo tenso que sale de debajo del barco hacia el muelle: hemos enganchado una de las guías del fondo con la hélice.
En ese momento, nos damos cuenta de que el plan se ha torcido un poco. Toca volver a meter el barco en el amarre, y bucear para soltar el enredo. Aún nos queda la esperanza de soltarlo y salir... En el balance de la situación; viento suave y en la dirección correcta, barco atado al muelle por la hélice, sin peligro alguno, sólo nos queda llamar a un marinero por radio y pedir ayuda para que nos remolquen dentro de nuevo. Total recorrido: 10 metros.
Hay que darse un chapuzón, que el cabo no va a soltarse solo...
Finalmente, tuvimos que abortar la misión, el cabo se había enredado tan fuertemente en la hélice que no pudimos soltarlo aquel día.
Una semana más tarde, y con herramientas adecuadas, el trocito de cabo que nos bloqueaba la hélice, pudo ser extraído: (Sí, esa porquería que se ve a la derecha de la foto puede parar un motor diesel de 30 caballos...)
Y la guía, que ha perdido un palmo de longitud en toda la operación, vuelve a su situación original: amarrada a la estacha que sujeta el barco al centro del canal:
  
Aquí está el nudo, despeluchado por el enganchón, y la reparación final:
¡Ya podemos salir a navegar!

1 comentario:

  1. Al menos la cerveza estaba fresquita, y buena y la compañia perfecta :)... Nada habrá que volver que a la tercera.. :)

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