domingo, 1 de mayo de 2016

La Sentina

Así, con mayúsculas. Por lo que apesta, y por lo que nos ha costado atacarla. Se merece un respeto.
Llevamos un año (¡Un año ya!) desde que compramos el Entre dos azules, que tenemos pensado abrir el suelo y revisar a fondo la sentina, y hoy ha sido el día.
No sé si es que ya tocaba, o que le vamos perdiendo el miedo a eso de desmontar trozos del barco, pero al fin hemos desatornillado el dichoso suelo.
Que vamos a ver: en el suelo del Puma, si no había quinientos tornillos... vale, va, me he pasado.
Pero había unos cuantos.
Primero la mesa, que ya lleva seis.
Y luego, el piso. En una sola pieza de contrachapado marino, forrado de iroko (o similar...) con un grosor de una pulgada casi, y un peso tremendo... le pones unos veintipico tornillos para que no se mueva. Vamos hombre...
Tornillos fuera, y después de desmontar también la tapa del motor (porque aquí nada sale fácil), ¡hop!
El famoso portaaviones.
Que es el depósito de agua del Puma 34, lo llaman portaaviones por la forma, por que se ha tenido que adaptar a la curva del banco de babor (abajo a la derecha en la imagen). En este caso, los cuarenta y dos tornillos que tiene están justificados: es un cierre estanco para que no se escape el agua.
Y otra maldición que tiene este barco: la espuma de poliuretano expandido.
La sentina es un sitio sucio por definición, sobre todo en barcos de una cierta solera... toda la porquería va a parar ahí. Toda, menos la del baño, afortunadamente...
Alrededor del depósito de agua hay un pequeño espacio por el que puede bajar la mugre hasta el fondo, donde la bomba de achique la puede atrapar y sacarla fuera (siempre hay algo de agua, por condensación, o por cualquier otra razón).
Pero algún antiguo dueño del barco decidió que no quería que el portaaviones tuviera la más remota posibilidad de moverse (como las baterías, ¿recordáis?). Así que las rodó con un churro de espuma de poliuretano.
Consecuencia: La espuma no deja moverse al portaaviones, pero tampoco deja correr la mugre hacia abajo, con lo que se convierte en un decantador de lodos (y en veinte años se junta mucho lodo...), con su panoplia de olores y todo eso.
¡Manos a la obra! Primero, limpiar con el aspirador todo lo que puede caer abajo.
Luego, sacar el poliuretano de ahí... puagh...
Fango tóxico es lo que hay ahí... Mañana desmontaremos el depósito y limpiaremos el pozo de la sentina con lejía. Ahora el Entre dos azules sí que olerá a limpio, que con esto ahí abajo, no había manera...

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