domingo, 17 de abril de 2016

Transporte Cullera-Valencia, 3 de Abril

Desde que salimos rumbo a Denia para participar en La Ruta de la Sal, no habíamos vuelto al puerto de Valencia, y eso hace ya dos semanas... los vecinos nos iban a echar de menos.
Así que el domingo, después de disputar la X Regata de La Aurora, nos embarcamos en el Entre dos azules a mediodía, y ponemos rumbo a Valencia.
Aprovechamos a hacer el viaje junto a otro barco del Club Náutico de Cullera, el Haddock, que va a Valencia a disputar el campeonato autonómico del siguiente fin de semana.
Cruzamos a motor toda la bahía de Cullera hasta el Faro, el viento no da para mucho, y encima, tendríamos que ceñir... cuando uno va de paseo, va de paseo.
Una vez dejamos el faro atrás, el viento comienza a subir, y a establecerse de mar; cazamos velas, y apagamos el runrún de bajo cubierta... ¡qué tranquilidad!
El silencio del mar, el susurro de las olas y el viento empujando suavemente el barco hacia su destino, ¿se puede pedir más?
El sol calienta poco a poco la mañana primaveral, presagiando cálidos días de navegación este verano... disfrutando del suave mecer de las olas bajo el casco del Entre dos azules, y ajustando el trapo para domar el viento, nos deslizamos por la costa Levantina en silencio y con total calma...
El viento va subiendo para llevar el Puma a una nada despreciable velocidad de seis nudos, que para ir de paseo no está nada mal, cuando vemos por la costa una silueta conocida...
El Haddock ha subido también todo el trapo, y se desliza por el azul rápidamente, ¿es eso un desafío? ¡Por las barbas del calamar, que no nos ganaréis!
¡A las jarcias! ¡Cazad las escotas! ¡Templad el aparejo! ¡Hay que sacarle al trapo todo su genio! El casco limpio, las velas prestas, el viento acompaña para batir en singular duelo a cualquier oponente...
Cualquier oponente que no sea un barco más pequeño, más moderno y más rápido que el Puma 34, lo cual no deja mucho margen... Y el Haddock es un Beneteau First Class 8, considerado por muchos un "vela ligera" de 7,8 metros. Vamos, que vuela. Pero le mantuvimos el tipo ahí...
¿Parezco un lobo de mar? ¿eh? ¿eh? (y que nadie me politicamentecorrija el término, por favor...)
La tripulación también disfrutaba de la travesía, el día salió redondo.
Y ya estamos de vuelta, casi trescientas millas más viejos, y con la pegatina de la Sal de recuerdo (que no la pienso quitar hasta que se caiga).

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