domingo, 3 de enero de 2016

Transporte Valencia - Burriana

Este fin de semana hay que llevar el barco a Burriana, porque lo vamos a sacar a varadero para pintarle la nueva patente.
En alguna otra entrada de este blog he hablado de pasada de la patente, que es una pintura que cubre la obra viva del barco, y evita que se incrusten algas y bichitos variados. Como la nuestra ya se la han comido las lapas, pues toca repintar. Y así lo vemos en seco, que no hemos tenido aún el gusto.
Pues como siempre, tras los días de fiesta y desenfreno gastronómico (no pienso comer un mazapán más, hasta las próximas navidades...) y previsiones nulas de viento, nos queda el fin de semana, que colea una borrasca, y entra viento de tierra. Así que haremos el transporte con una previsión de vientos fuertes de través, sin ola, porque al soplar de tierra, no le da tiempo a la ola a formarse (navegaremos cerca de la costa).
Partimos el sábado a las 10:00 del RCNV, con la mayor ya rizada (el segundo rizo), y un trocito de génova. En cuanto salimos del espigón, nos empieza a atizar el viento, y cruzamos la bocana del puerto comercial a cinco nudos, con el motor al ralentí. Una vez cruzada la zona de cargueros (aunque en sábado no hay tráfico, no nos cruzamos con nadie), apagamos el motor, y salimos a la bahía de Valencia a toda velocidad. Desde la Malvarrosa, y hasta pasar la Pobla de Farnalls, el viento es máximo, y como es la parte más alejada de costa en nuestro recorrido, algunas olas se han formado ya, haciendo la navegación más emocionante.
Olas, rociones, viento sostenido de más de veinte nudos (eran las previsiones, y por el aspecto del mar, debía ser así, si no un poquito más) y nuestro anemómetro, más callado que una piedra. Otra cosa a revisar, aunque si hubiera visto las cifras de viento en ese momento, quizás me hubiera asustado un poquito... a veces la ignorancia es un bálsamo.
La velocidad del barco es de algo más de siete nudos, aunque llegué a ver picos de ocho. Para los que hagáis la conversión: ocho nudos es algo menos de quince kilómetros por hora, pero en el mar, y en un velero de diez metros, es algo impresionante:

Y además, la velocidad máxima del Puma 34 por diseño es de unos siete nudos... Íbamos a tope, y con poco trapo (la mayor rizada, como os he dicho ya) porque en estas condiciones, hay que ser precavido.
La travesía es emocionante, y muy rápida, hasta pasar Sagunto. Allí las condiciones cambian. El viento al soplar de tierra, se ve muy influenciado por la orografía, y al pasar la parte más alta de la sierra, el viento cae, y se cruza con vientos del norte, que vienen de la zona del valle del Ebro. Total, que pasado Sagunto la navegación se hace más tranquila, la ola baja bastante, aún podemos navegar, pero a la altura de Xilxes más o menos el viento resulta tan flojo que nos queda, o la opción de arrancar motor, o la de llegar ya de noche...
El Puma a motor navega a unos cinco nudos, así que hacemos las últimas nueve o diez millas con el ronroneo del Solé bajo cubierta. El viento en popa nos trae el olor del escape... un asquito, vamos.
Llegamos a Burriana a las 16:00, seis horas de travesía para recorrer unas treinta millas.
Amarrar, arranchar, baldear, y ya está el barquito limpito y endulzado, que hay que causar buena impresión en puertos extranjeros...

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