domingo, 4 de octubre de 2015

Comienzan las aventuras... y las emociones!!!

Esta semana ha venido cargadita de noticias; primero, el martes nos firmaron por fin la Inspección Técnica de Buques (ITB), con lo que el Certificado de Navegabilidad de nuestro barco es válido de nuevo por un período de cinco años más... (Si no, de qué iba tanto bricoleo en este blog, si nos hemos comprado un barco es para navegar, ¿no?) Pues desde el martes podemos volverlo a hacer con todos los papeles en regla...
Así que el sábado hay que estrenar la temporada de regatas del Entre dos azules.
Tempranito, saliendo del Club Náutico de Valencia.
Regata El Faro de Cullera, ¡allá vamos!
Ya hay tráfico a las ocho de la mañana...
Calculando nuestra velocidad y la distancia a la Bahía de Cullera, el GPS nos da una hora estimada de llegada de las 11:00 al faro... muy justito para llegar a la reunión de patrones, ya veremos si tenemos que pedir las instrucciones por radio desde el campo de regatas, sin llegar a entrar al puerto.
Por la mañana, con una ligera bruma que apenas disipa el sol, no hay casi nada de viento, con lo que dependemos del propulsor auxiliar de la nave: el motor diesel.
Tranquilitos, a cinco nudos de velocidad, vamos tragando millas hacia el sur, rumbo al faro de Cullera. El poco viento que sopla viene de tierra, con lo que nos apoyamos ligeramente en las velas para avanzar. Llegando ya al cabo del faro, al abrigo de la montaña de Cullera el viento cae y desaparece. Vemos a nuestra popa el velero de nuestro antiguo club de regatas, el Llevant Blau.
¿Será posible que nos alcancen? Antes de llegar al faro, ¡Jamás!
Y le damos un poquito más de caña al motor. Llevamos vigilando la temperatura desde Valencia, la refrigeración es un punto débil en los motores marinos, y en un barco viejo hay que andar con muchos ojos...
Pues la exigencia extra que le pedimos al motorcito es demasiado. ¡Pof! un ruido extraño bajo cubierta, Santi se asoma y ve que la escalera (la tapa del motor) está toda mojada. Bajamos revoluciones, y ponemos rumbo al mar, para alejarnos del faro lo más posible, pero el daño ya está hecho. La tapa del vaso de expansión del motor ha saltado, el agua del refrigerador está hirviendo. Salta la alarma de temperatura: apagamos el motor.
Pasadas las diez y media de la mañana, después de casi tres horas de viaje y a la vista del faro de Cullera, nos quedamos sin motor.
Llamo al Llevant Blau, que nos están adelantando en ese momento.
- Que nos hemos quedado sin motor...
- ¿Pero a vela podéis navegar?
- Hombre, velas tenemos, pero en este momento, el viento no está por la labor... - El anemómetro marca 0,0.
- Nosotros no os podemos remolcar. ¿El fondeo os funciona?
- Sí - repliqué - No os preocupéis por nosotros, el viento es suave, estamos suficientemente lejos de la costa, y el fondeo nos funciona, si las cosas se ponen feas, echamos el ancla y así no varamos en la playa... Las previsiones son de viento sur, así que en cuanto sople algo, ponemos rumbo a casa.
- Nos mantenemos en contacto, cualquier cosa, nos llamáis.
- OK
El plan ya está decidido, y tener a alguien que sepa de nuestra situación es un alivio extra. Sólo queda esperar que el viento se decida, y cazar velas.
El problema con un barco velero es que si no hay viento, no hay gobierno, el barco se queda flotando como un corcho, y las pocas olas que hay, nos van dando vueltas lentamente. Nos tumbamos en la bañera a esperar. De vez en cuando, levantamos la cabeza. Ahora apuntamos al faro, ahora apuntamos al mar, siento una levísima brisa en las orejas... Salto al timón.
El barco parece que quiere avanzar un poco... poquísimo. Falsa alarma. De nuevo a esperar.
El viento es tan leve, que las volutas de humo que vemos de gente que está haciéndose barbacoas en la costa, suben prácticamente verticales.
Barbacoas... ñam... Aprovechamos para comernos los sándwiches, no creo que tengamos que racionar la comida. Tenemos patatas fritas y frutos secos en la despensa...
¡Adiós, Cullera Adiós!
A las 12:30, con unas pequeñas rachas que nos consiguen sacar de la sombra de la montaña de Cullera, comenzamos a navegar. El viento sigue siendo de tierra, acompañado por unos chubascos que hacen la travesía más divertida; probamos la función paraguas del bimini...
¡A todo trapo!
Y comenzamos a tragar millas en dirección contraria, rumbo N, el que nos deja el poco viento que sopla.

1 comentario:

  1. Pero ya hemos llegado, eh!
    Hoy he estado terminando re reparar el problemilla, mañana probaremos si la cosa va.
    Más detalles en la próxima entrega del blog!

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