jueves, 30 de enero de 2014

Extraños desvíos

Os quisiera dar una explicación al post anterior. Existen varias razones para  haberlo escrito.

La primera, es que este es mi blog y escribo lo que me da la gana. Así de simple. No hay anunciantes, ni mecenas, nadie me paga por escribir esto, luego no hay ninguna presión por mantener una temática concreta. No tengo "línea editorial". Soy independiente, ¡yupii! Así que, si no viajo con el caracol por ahí, puedo escribir sobre cualquier cosa que me pase por la cabeza, y que a mí me parezca interesante compartir. Al fin y al cabo, "Entre dos azules" significa entre cielo y mar, y en ese sandwich hay muchas cosas. (Ojo, que también vosotros sois libres de leerme, así que todos contentos).

La segunda, es que hay gente que me ha dicho que aprende cosas leyendo mi blog. Viajando se aprende, indudablemente, y si además, puedo difundir conocimientos de alguna otra clase, mejor que mejor. Aparte que una tiene su pequeño ego, y me gusta ser un referente, aunque sea sólo para mi madre. (¡Gracias, mamá!).

Y la tercera es uno de los desencadenantes de la historia, y del enfoque del post anterior. Con tan amplio acceso a la información que poseemos, la cantidad de gente que se proclama poseedor de la verdad absoluta es abrumador, y se está llegando a los extremos de que una idea absurda se torna dogma si se repite lo suficiente por la red. El hecho de que la frase "lo natural es bueno" se tome al pie de la letra, y las consecuencias que ello tiene para ciertas personas es lo que me empujó a escribir.

Yo soy celíaca, lo que quiere decir, que no tolero ingerir gluten. Debo tener mucho cuidado en mi dieta, y cuando voy a comprar al supermercado, leo minuciosamente todas las etiquetas de los productos que van al carro. (El gluten, si no queréis leer el enlace de más arriba, es una proteína que se encuentra en algunos cereales, entre ellos el trigo). Natural, ubicuo, barato y útil para muchísimas cosas.

Hace poco, en un restaurante, (otro de mis quebraderos de cabeza), pedí un plato sencillo, sin salsas por favor, y sin pan.

- "Es que no puedo tomar gluten, ¿sabe?"- le expliqué a la camarera. Elle me miró, con gesto desaprobador, y me contestó:

- "Aquí no hay de eso, aquí es todo natural"

Ayayay...

Entiendo que no todo el mundo sepa lo que es el gluten, al fin y al cabo, yo lo conocí cuando me diagnosticaron y tuve que aprender a encontrarlo, y a evitarlo. Pero alguien que se dedica a la hostelería no debería tomar tan a la ligera una solicitud de un cliente, al fin y al cabo, el cliente sabe qué puede comer y qué no. Miedo me daría si a ese restaurante va un niño con alergia... que le da un plato de cacahuetes naturales y lo mata...

Afortunadamente, cada vez hay más conciencia de las intolerancias alimentarias, y cada vez es mas fácil encontrar restaurantes que tomen sus precauciones para evitar contaminaciones. También es fácil entender que he tenido que hacer un máster en tecnología de los alimentos para controlar yo misma lo que como, sin depender de que alguien sepa de qué le hablo cuando le digo gluten.

El hecho de que la gente mezcle churras con merinas, suponiendo que lo "natural" es sinónimo de saludable es lo absurdo. La dieta es algo complejo, y debe haber un equilibrio que a veces es difícil de alcanzar sin consumir productos procesados. Probad a comer sólo brócoli, ya veréis qué bien. Lo sano es usar el cerebro y leer las etiquetas, y, creedme, de eso sé un rato.

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