lunes, 2 de septiembre de 2013

Rocamadour, del río al cielo.

Rocamadour, en occitano Ròc Amador, es un precioso pueblo del suroeste francés, enclavado en una pared de 150 metros sobre el río Alzou.
Caracol estuvo allí, cómo no.
Esta pequeña ciudad mariana, lugar de peregrinaje desde el siglo XII, ha sido visitada desde tiempos inmemoriales por ilustres peregrinos, como Enrique II de Inglaterra, Simón de Monforte, Blanca de Castilla y Luis IX de Francia, que venían a  venerar a la virgen negra, y la tumba de San Amadour.
Actualmente, esta "ciudadela de la Fé", es un destino turístico de primer orden, que con un millón y medio de visitantes por año, se sitúa entre los más frecuentados del país, justo detrás del Mont-Saint-Michel, la Cité de Carcassonne, la Torre Eiffel y el Castillo de Versailles.
El casco medieval, de callejuelas tortuosas, está guardado por cuatro puertas fortificadas (La puerta Salmón, Cabilière, del Hospital y de la Higuera).
Una escalera monumental, que los peregrinos han subido a veces de rodillas, conduce a la explanada de los santuarios, un pequeño espacio entre las rocas del risco, donde se agrupan la basílica de San Salvador, la cripta de San Amadour (ambas Patrimonio Mundial de la Humanidad), las capillas Santa Ana, San Blaise, San Juan Bautista, Notre Dame (donde se encuentra la virgen negra), y San Miguel.
Todo el conjunto es dominado desde las alturas por el Palacio de los Obispos de Tulle.
Un "Via Crucis" conduce al palacio, y a la cruz de Jerusalén, donde se ha habilitado un paseo y un mirador sobre el valle.
Y las vistas desde el palacio son para quitar el hipo... ¿a que si?

2 comentarios:

  1. ...y subir al sol del mediodía en verano eso sí que es una penitencia!
    :-)

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  2. En efecto, cuando pega el solazo en verano es una de las pocas ocasiones en que merece la pena sentarse "contemplativamente" en una iglesia :-D

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